Rubén, contador de profesión, vive en una casa en la Ciudad de México con toda su familia. Rubén está casado con Hortensia, tiene dos hijos, Miguel y Mariana, y un perro viejo llamado Bruno.
Un miércoles por la noche, después de una jornada agotadora y dos horas de tráfico para llegar a su casa, Rubén iba llegando a su casa a las nueve de la noche algo enojado y con dolor de cabeza. Su familia estaba esperándolo en la cocina para cenar, él solo los saludó y subió rápido a su habitación a quitarse los zapatos y a tomarse una pastilla para ese terrible dolor de cabeza crónico que lo perseguía todos los días después del trabajo.
Buscando como desesperado, Rubén no encontraba las pastillas que le alivian el dolor, entonces decidió acostarse unos segundos para intentar relajarse y esperar que poco a poco le bajara la jaqueca. En cuanto cierra los ojos, comienza a escuchar un ruido muy extraño, primero en el piso de arriba se escuchaba un rechinido agudo como si estuvieran arrastrando un mueble en el ático que queda arriba de su habitación. Le pareció muy extraño ya que cuando llegó toda su familia estaba en la cocina y no tenía por qué haber alguien arriba, de cualquier forma decidió dejarlo ir y volver a cerrar sus ojos.
Al intentar dormir por segunda ocasión, Bruno el perro, comienza a ladrar y a correr muy nervioso por toda la casa. Rubén se para rápido y le grita al perro para que deje de ladrar, pero Bruno no hace caso y sigue haciendo lo suyo. Y, cada vez ladra más fuerte.
Por tercera vez, Rubén se recuesta e intenta cerrar sus ojos nuevamente, él ya no aguantaba el dolor de cabeza, sentía que le explotaba la cabeza. En cuanto se acuesta, empieza a escuchar ruidos extraños pero esta vez se escuchaban dentro de la habitación.
Rubén, negado a pararse se pone una almohada en la cabeza para evitar escuchar los ruidos, pero eso no era suficiente ya que el ruido seguía y seguía, él temía que fuera algún tipo de animal peligroso dentro del cuarto.
En el momento que se levanta para averiguar que era lo que ocasionaba el ruido, su cabeza le empieza a dar mil vueltas pero intenta mantener la calma, se sienta un segundo y comienza a ver como se mueve algo rápidamente debajo de la alfombra.
Se queda congelado de miedo y busca algo con qué atacar al “animal” o lo que quiera que sea que este debajo de la alfombra, que lo mas probable era que fuera un gigantesco roedor. Rubén agarra la silla que se encontraba cerca de la puerta, y decidido a terminar con la vida del animal, comienza a azotarla contra el suelo con el fin de acabar con su pesadilla y poder regresar a la cama.
Hortensia comienza a escuchar el escándalo y sube corriendo para ver que era lo que estaba sucediendo, entra a la habitación agitada e intenta calmar a Rubén, le quita la silla y lo recuesta en la cama.
La casa en donde viven el y su esposa solo tiene un piso.
Bruno, el perro de Rubén, falleció hace dos meses de vejez.
Y el “animal” que se movía debajo de la alfombra solo era un calcetín que llevaba semanas ahí abajo pero que apenas lo había notado nadie.
Todo fue un producto de su jaqueca crónica y estrés, nunca hubo ruidos extraños y nunca hubo roedor alguno.
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*Nota Editorial: Cuento basado en una de las ilustraciones del libro “Los Misterios del Señor Burdick”. “Debajo de la alfombra. Pasaron dos semanas y volvió a suceder”.