Recuerda que el 31 de Mayo es el día mundial sin Tabaco. ¡Ojala y para ti no sólo sea un día, tu último, sino muchos por venir!
Hace algunos días estaba yo una vez más a la mitad de mi extenuante “caminata” matutina sobre la banda de la “caminadora”. Sudaba intensamente por lo acelerado e inclinado del tramo en el que transitaba, ya llevaba unos 20 minutos haciéndolo. Mi objetivo era, como todas las mañanas, por lo menos alcanzar la quema de las 500 calorías diarias.
“Jala, puf, jala, ufff, jala, uno, dos, tres…. Un, dos, tres…”
“Jala, puf, jala, ufff, jala, uno, dos, tres…. ¡Anda…! ¡Ya te falta poco!”
Cuando de repente, como salida de la nada, se montó en la caminadora contigua a la mía una señora de unos 60 años de edad (esos eran los que para mí aparentaba la susodicha dama en ese sudoroso momento).
La señora sin gran empacho echo a continuación su propia máquina a andar y se puso a caminar sobre ella a un paso semi-lento, considerando lo acelerado del mío.
“Jala, puf, ufff, jala, puf, puf, uno, dos, tres…. ¡Ya falta poco! ¡Sube, sube…!”
No tardé ni un par de minutos en darme cuenta que se empezaba a oler cerca de donde yo rápidamente andaba un intenso olor a humo de tabaco. De manera instintiva mire alrededor para ver si alguien estaba fumando dentro del gimnasio. Cosa completamente prohibida. Y al hacerlo me pude dar cuenta que nadie lo estaba haciendo.
Me pregunté entonces: ¿Cuál será el origen del desagradable aroma?
Al no encontrarlo, decidí bajar la velocidad de mi andar y bajarme de mí caminadora para proceder a abrir la ventana y permitir un mayor flujo de aire fresco al humilde sitio que yo ocupaba en mí máquina. El resultado de tal acción fue poco más que raquítico ya que el olor a cigarro era demasiado fuerte y penetrante, y no había nadie fumando por allí cerca o fuera del gimnasio.
Me volví a preguntar: ¿De dónde procederá el terrible olor que indeseablemente inundaba ya mis narices y pulmones durante mí “ya no tan sano” ejercicio matutino? ¿Cómo es posible que alguien sea tan desconsiderado y afecte los pulmones de sus congéneres con tal enorme y apestoso tufo…?
De repente me di cuenta que el olor había iniciado en el preciso momento en que mí nueva vecina llegó y se puso a caminar al lado mío. ¡Aja…!
Deje pasar unos cinco minutos, tratando de ver si lo que había hecho con la ventana daba resultado, pero desafortunadamente no se despejaba para nada el desagradable olor. A continuación y sabiendo que podía recibir cualquier tipo de contestación o reacción ante mi insolencia, le pregunté a mí involuntariamente recién adquirida vecina: -¿Perdone señora, usted fuma?
Al quitarse los audífonos ya medio enojada por mi insolente pregunta, me contestó en forma un poco agresiva y violenta: -¡No mucho! ¡Y no lo pienso o quiero dejar de hacer! Y si no lo hago, a usted no le importa.
Ante tal reacción brutal le comenté: -¡¿Sabe usted que el olor que despide tanto usted como su ropa es muy desagradable, es más huele muy feo…?
A continuación me dijo: -¡Pues si no le parece puede irse a otro lado!
Le comenté entonces: -Creo que sería importante decirle que… ¡Usted desafortunadamente apesta…!
Me comentó inmediatamente sin dejarme hablar más después: -Ni me interesa y además ya no lo escucho ya que ya estoy una vez más oyendo mí música favorita por los audífonos, “Las 4 Estaciones de Vivaldi”. Y lo mejor sería que se vaya a otro lado… Y, deje de molestarme…
Yo, en ese momento resignado, finalmente detuve mi caminadora y me fui a otro lado para terminar de hacer mí ejercicio matinal. Pero ella, se quedó muy fodonga caminando a su pasito, con su terrible tufo y su adicción y el increíble daño que ya le causa el vicio incontrolable de fumar a todo su cuerpo y cerebro. ¿Cómo olerían sus entrañas o en qué estado ya estarán sus pulmones, sus venas o su cuerpo, si la ropa que usa para “hacer deporte…, ¡Ja…!” apestaba tanto…?
Saben, eso me pasa por metiche. Pero, todo este escrito no tendría sentido si no fuera yo un metiche.
Ojala y la susodicha incomoda vecina me hubiera escuchado. Lástima que no lo hizo.
Sólo espero que alguien, y por qué no finalmente ella, sí se cure su adicción al tabaco y a la nefasta nicotina al leer este humilde escrito. ¡Ojala…!
* Primera nota: solo espero que este escrito tenga el nivel y la emoción deportiva de los comentarios que hacen Trelles, Rosique o el “perro” Bermudez semanalmente.
* Segunda nota: por si les interesa, parte de este material esta en la 7ª. Edición de mi libro: “Por favor deja de fumar. Y si no lo haces no empieces”. Donde comento sobre lo dañino que es el humo de la segunda y tercera corriente del cigarro.