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La gestión financiera de las pymes debe ir más allá de la función contable. De hecho, las pymes que apuestan por una gestión financiera 360º obtienen más beneficios tangibles en términos de productividad, rentabilidad o previsión de riesgos, que las que limitan su operativa financiera a la gestión fiscal y/o contable.

La gestión financiera en las pymes no debe limitarse a la función contable. Es una función estratégica en el desarrollo del negocio. De hecho, el área financiera, además de proporcionar el apoyo económico que necesitan los diferentes departamentos para abordar sus iniciativas, es el elemento integrador que precisa la empresa para evitar la generación de silos.

En este período COVID, marcado por la incertidumbre y la inestabilidad, la función financiera se convierte, además, en el actor crítico para optimizar la gestión de riesgos. Una gestión financiera armonizada, facilita la previsión y simulación, y, por tanto, la anticipación en escenarios de riesgo.

Dada la importancia de gestionar bien la tesorería en el clima económico actual, las empresas deben desarrollar inmediatamente un plan de gestión de efectivo como parte de su gestión global del riesgo empresarial. También para garantizar la continuidad de la actividad en entornos críticos.

Para ello, es esencial tener una visión general del ecosistema del negocio. Los enfoques que se adopten para la gestión del flujo de caja repercutirán no sólo en el negocio, sino también en los clientes. Aprovechando las lecciones aprendidas de la recesión de la crisis de 2008, y el último evento de cisne negro, materializado en la pandemia por COVID-19, las pymes deberían considerar las siguientes prácticas y estrategias para salir reforzadas: 

  • Establecer un marco financiero sólido para la previsión y gestión de riesgos en toda la cadena de valor.
  • Garantizar la viabilidad continua de la financiación propia. Las opciones de financiación del pasado no tienen por qué ser válidas en el futuro. Así que, también será interesante, considerar nuevas fuentes de financiación.
  • Centrarse en el ciclo económico. Es fundamental controlar de forma periódica cómo está afectando el ciclo a la cuenta de pérdidas y ganancias, y a la composición del balance.
  • Revisar los costes variables. Reducir estos costes suele ser la forma más rápida de mantener a flote el flujo de caja para soportar los costes fijos. Y, si es posible convertir estos costes fijos en variables, mejor. En una época en la que impera la necesidad de transformación digital, el uso de tecnología productiva en modelos de pago por uso (Saas) ayuda a este fin.
  • Revisar los planes de inversión, teniendo en cuenta las previsiones de tesorería, habrá que ver lo que realmente se necesita a corto plazo. Y la disponibilidad de capital para abordar la inversión.
  • Poner el acento en la gestión del inventario y en los niveles de seguridad de existencias para evitar el riesgo de roturas de stock o interrupción de suministro.
  • Gestionar los pagos de una manera inteligente, es decir, para preservar el circulante se podrían negociar los plazos con los proveedores.
  • Acelerar la gestión de cobros y no solo eso, sino, revisar el historial de pagos de cada cliente, identificar aquellas empresas que parecen haber cambiado sus prácticas de pago y no descuidar aspectos básicos como la emisión de las facturas a tiempo. Cualquier error en el proceso de facturación puede provocar costosos retrasos en los cobros.
  • Auditar las transacciones de cuentas por pagar y por cobrar, es decir, tener bien seguro que se cobra y se paga lo correcto, en tiempo y forma.
  • Considerar fuentes de ingresos alternativas o no tradicionales. Si la planificación del escenario revela presiones en el flujo de ingresos continuos, habrá que buscar alternativas para sustituir estos ingresos de forma temporal o incluso de forma permanente.
  • Realizar evaluaciones generales de los riesgos financieros asociados a proveedores, clientes o actividades críticas. La idea es identificar los problemas potenciales antes de que se materialicen.

La gestión financiera, y, más aún, la gestión de la tesorería debe ser parte integrante de la evaluación de riesgos y del plan de acción a corto plazo de COVID-19. Incluso en el caso de aquellas empresas que no han sufrido pérdidas, es importante que evalúen sus necesidades en este sentido. Y que desarrollen medidas adecuadas para adaptarse a diferentes escenarios. Es la manera de identificar los riesgos que podrán afectar a su red de clientes y proveedores. Esta gestión del riesgo solo es posible, si la organización apoya su gestión financiera sobre un software ERP adecuado.

Si quieres saber cómo podemos ayudarte, ponte en contacto con nosotros en PULSO PYME y te haremos llegar en conjunto con DATISA, nuestra aliada estratégica, una propuesta a tu medida. 

 

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