Un buen vino es un regalo que perdura en la memoria. Sus notas tienen la cualidad de acariciar los sentidos, de evocar recuerdos, y convierte un momento ordinario en un evento extraordinario. Así son los vinos de La Santísima Trinidad, vinos que nos enamoran, que nos sorprenden y deleitan.
Ya sea que los descorchemos en una celebración pequeña, en un momento romántico o como pretexto para disfrutar de una deliciosa plática con amigos, sus vinos maridan delicioso con la vida. Las bondades que nos ofrecen nacen de la gentileza de la tierra guanajuatense, famosa tierra productora de vinos desde hace siglos, de hecho, se dice que el cura Hidalgo enseñó a los habitantes de la zona a cultivar las vides y a producir el vino, sentando las bases de la cultura vitivinícola actual.
En cada botella de vino producido en los viñedos de La Santísima Trinidad, se comparte la calidez obtenida del clima y del sol, energía que es transformada en un manjar líquido que nos deleita y nos acaricia los sentidos. Al probarlos, se nos dibujan en la mente imágenes de los enormes paisajes donde crecen las uvas, bajo el abrigo de la inmensidad del cielo azul, con caprichosas pinceladas de las tonalidades de las vides.
En sus salones de cata, y con las más altas medidas de seguridad, se ofrecen degustaciones personalizadas para aprender, compartir, descubrir y relajarse bajo las sensaciones de sus vinos. Una de los grandiosos vinos que podemos catar es el Blend Rosado, que se forma a partir de las uvas que crecen rodeadas del perfume de los extensos campos de lavandas del complejo, mimadas por los vientos frescos del campo y por las manos amorosas que los cuidan.
En copa y rodeados de la tranquilidad del campo, La Santísima Trinidad Blend Rosado nos consiente con su hermoso color rosado intenso con notas de rojizo granate, mientras que en nariz destaca con notas intensas principalmente de granada, toronja y fresa silvestre junto con aromas de pan tostado, demostrando su maceración en lías de fermentación. Otra deliciosa opción, es descubrir este vino en una cena maridaje hecha a la medida, con exquisiteces como el tartar de Rib Eye añejo, chiles en nogada, pulpo asado o quesos.
Uno de sus vinos imperdibles es el Cabernet Sauvignon, que después de un paso de 12 meses en barrica americana, nos deslumbra con un hermoso color rojo granate oscuro, intenso y penetrante con notas teja que ofrece muestras de su gran cuerpo. Es un vino que nos muestra que la elegancia huele a pimiento verde ahumado y especias como pimienta negra y clavo. Para disfrutarlo en una cena maridaje, se tiene la opción de maridarlo con chuletas tomahawk de cerdo, o con un rico plato de quesos de gran sabor.
Al descorchar las botellas de los vinos de La Santísima Trinidad, se liberan los aromas de los paisajes de ensueño de sus viñedos, y sus sabores cautivantes nos invitan a sentarnos y contemplar la belleza del momento.