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Mucho tiempo después, cuando yo estudiaba y aplicaba los temas de “CALIDAD TOTAL”, “ASEGURAMIENTO DE LA CALIDAD”, el “CONTROL DE LA CALIDAD”, el “CONTROL ESTADISTICO DEL PROCESO” y otros muchos temas relacionados a la “MEJORA CONTINUA DE LOS PROCESOS”, entre otros, nunca dejaba de recordar las múltiples charlas y enseñanzas que aun siendo yo todavía un joven adolescente, tuve la fortuna de reunirme en varias ocasiones para platicar con mi abuelo materno: -“DON JACOBO PRAES PILUX (QEPD), en las cuales las charlas siempre versaban sobre su itinerante vida como el verdadero “Judío Errante” que siempre fue y los múltiples oficios y negocios que emprendió o donde trabajó, a lo largo de su vida en los diferentes lugares donde antaño residió”.
Así que a continuación, en específico, les contaré como mi abuelo inventó ya hace mucho tiempo, y antes que los japoneses lo desarrollaran tan exitosamente a nivel nacional y mundial, el “JUSTO A TIEMPO” y la tarjeta “KANBAN”, el “FLUJO DE UNA PIEZA” y la “GUERRA TOTAL AL DESPERDICIO” simultáneamente a la implantación de “LOS COSTOS MÁS REDUCIDOS EN EL MANEJO Y CONTROL DE LOS INVENTARIOS”, estrategias administrativas y operativas que el humildemente empleaba en su pequeña zapatearía, “EL ZAPATO VELOZ”, por allí de los años 1944 o 45.
¿Están listos?
Bueno, con su venia y autorización, aquí va tan interesante historia, por lo menos para mi:
Por la época que les indique antes, mi abuelo rentó un local por el rumbo de la calle de Tacuba con el firme propósito de poner allí una zapatería. La principal razón de seleccionar dicho giro: -“Tenía un conocido que tenía otra zapatería por la misma zona y le iba económicamente bastante bien.”
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Pero, como desafortunadamente siempre le sucedía a mi abuelo, no tenía suficiente capital y tampoco el dinero para comprar todos los zapatos ni el muestrario suficiente para ponerlos en el aparador de su zapatería y tenerlo lleno de diferentes modelos a la moda. Entonces, le solicitó a su conocido, le facilitara a consignación suficientes zapatos, todos izquierdos, tanto de dama como de caballero para ponerlos en los aparadores de su nueva zapatería. También le pidió le regalara una gran cantidad de cajas vacías de zapatos, principalmente todas esas que le estorbaban en su bodega, para poder colocarlas a la entrada de su almacén y que los clientes pudieran ver al entrar a la misma y se generarán la idea de lo bien surtida que estaba su zapatería.
Una vez que tenía equipada de esa forma la “Zapatería Veloz”, por fin la abrió al público.
Y aquí viene lo interesante sobre “Justo a tiempo”, “Kanbam” y lo demás:
Cada vez que un cliente o clienta potencial le solicitaban para probarse y poder comprar, uno de los modernos modelos que tenía en el aparador, de algún color y talla especial requerida, y como no tenía dicho par completo o el derecho del aparador, en existencia en la bodega, tenía que salir corriendo por la puerta trasera para ir velozmente hasta la tienda del amigo y allí le pedía el zapato derecho o el par que le habían previamente solicitado. Al recibirlo firmaba una nota de remisión, la cual tenía que pagar en caso de haberlos vendido a su cliente una vez que regresara también a probárselos a la carrera a su propia zapatería. En caso de no venderlos, tenía una vez más que ir corriendo con el amigo a regresárselos y recuperar su firma en la nota de remisión. No tenía más crédito que el requerido para efectuar dicha venta o los zapatos izquierdos del aparador.
En caso de que el par de zapatos no le quedaran, por ejemplo, a la clienta y requiriera un par de mayor o menor medida o un color diferente, tenía que salir nuevamente a la carrera a la zapatería a dos cuadras para traer el nuevo par requerido por la clienta. Si en ese correr de un lado para otro, la clienta mejor quería otro color de piel, pues el proceso y las carreras correspondientes, se sucedían una y otra vez hasta que la clienta quedara satisfecha con el último par y decidiera pasar a pagárselos a la caja.
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Cómo el trabajo en su zapatería era agotador ya que tenía que estar corriendo de un lado para otro todo el día, además de físicamente extenuante, Jacobo sacó de la escuela primaria a sus dos hijas mayores y las puso a ayudarle con la atención a los clientes, pero sobre todo, a estarse todo el día corriendo de su zapatería a la del conocido para poderles probar y probablemente vender a los clientes y clientas los zapatos que solicitaban,
Vale la pena aquí mencionar, que en caso de efectuarse la venta, las hermanas Praes: -“Miriam o Bertha, esta última mi madre (QEPD)”-, tenían que volver corriendo a la zapatería del amigo a liquidar el par recién vendido, recuperar su nota de remisión como pagada y una vez hecho esto, regresar corriendo a la zapatería para poder estar al pendiente para atender a un nuevo cliente.
La diferencia entre lo que los clientes pagaban y lo que el abuelo o sus hijas le pagaban a su conocido (proveedor) por cada par vendido, era su utilidad, la cual apenas alcanzaba para mantener a la familia Praes de 6 personas: -“4 hijas y papá y mamá.”
La tarjeta que llevaban a las carreras a la zapatería del amigo, con el modelo, color y medida requerida, era para que el conocido les surtiera exactamente un par con esas características, era su “KANABAN” y como sólo pedían un par de zapatos, podemos identificar dicha actividad o proceso como posteriormente los gurús Japoneses, lo llamaron el “FLUJO DE UNA PIEZA” de acuerdo a un modelo de “JALAR”, en función al pedido del cliente.
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¡Bravo…!
Ah, y por si fuera necesario además aclararlo, el nivel de inventario y los costos de mantenerlo en la “Zapatería Veloz” del abuelo, eran casi cero ya que no tenía nada en su almacén además de puras cajas vacías. Lo cual, no le generaba tampoco costos de obsolescencia o de manejo de inventarios.
¿Qué les parece tanta creatividad y ejecución de una estrategia administrativa y operativa brillante?
¡Nadie lo escuchó…!
¡Medítenlo por favor!
¿Y tú, necesitas ayuda para lograr algo equivalente?
Ponte en contacto conmigo. Te puedo apoyar o ayudar, si lo necesitas.
Y, si no, ¡PUS NO (Ansina se dice por mis rumbos)!
Tengo algo de experiencia en el tema.
TODO-MAIL
Y, para terminar:
“Dedico la presente historia con amor y cariño a mi abuelito Jacobo, mi abuelita Ana, mis tías Miriam, Sara y Mina y especialmente a mi madre Bertha, que en paz descanse por sus múltiples enseñanzas y el amor que siempre me brindaron”.
¡Marchantita, que par le gustó, ahorita se lo muestro…!