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Guanajuato es tierra productora de vinos en la que se puede vivir una gran experiencia enológica. Se dice que el cura Hidalgo enseñó a los habitantes de la zona a cultivar las vides y a producir el vino, sentando las bases de la cultura vitivinícola que hoy hace grande al estado.

Hernán Cortés, al darse cuenta de las características del suelo y del clima de nuestro país, ordenó plantar mil cepas por cada cien indígenas. Por ser una zona con clima perfecto para la vid, en

muy poco tiempo Guanajuato estaba lleno de producción de uva, aunque más tarde Felipe II ordenó la destrucción de todos los viñedos existentes. Los únicos que permanecieron, fueron los de algunos frailes y misioneros que lograron mantenerlas para ser usadas al momento de consagrar.


Rindiendo homenaje a esta historia ilustre y utilizando a lo máximo esta tierra fértil, nace La Santísima Trinidad, uno de los desarrollos más exclusivos de San Miguel de Allende, donde enormes áreas verdes, viñedos, plantíos de lavanda y un bellísimo campo de Polo, nos hacen añorar la vida de campo lejos del bullicio de las ciudades.


La magia de este lugar aseguró su éxito. Rancho San Lucas es el segundo hotel que se abrió de la Santísima Trinidad, donde los huéspedes nos encontramos rodeados de naturaleza pura, viñedos y lagos artificiales. Su arquitectura de estilo Toscano me regresó a los pequeños pueblos perdidos entre los viñedos de Italia.

A partir del éxito de La Santísima Trinidad y Rancho San Lucas nace Viñedos San Francisco.
Hoy en día, La Santísima Trinidad, Viñedo San Lucas y Viñedos San Francisco son tres desarrollos que cuentan con restaurantes y hoteles boutique Premium que se encentran ubicados a los alrededores de San Miguel de Allende, Guanajuato. 


Con un concepto único, la visión es que los condóminos y huéspedes disfruten una

experiencia única del campo en México. Rodeados por viñedos, olivos y plantaciones de lavanda en un entorno privado, las personas pueden correr, pasear, andar en bici o incluso tomar clases de equitación y polo a caballo con un ambiente familiar y exclusivo.

 

Esta idea innovadora nos ofrece ser copropietarios, para tener la posibilidad de vivir y disfrutar la magia de tener una finca en el campo pero sin tener que destinar la inversión, el esfuerzo y la atención que esto requiere.  Las 99 hectáreas de su terreno están divididas en 80 terrenos, por lo que cada casa de campo tiene un jardín enorme cultivado con cepas de Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Malbec, Pinot Noir, Chardonnay, Merlot y Sauvignon Blanc, con árboles de olivo y lavanda, además de tener espacio suficiente para construir su alberca privada, huerto y zona de asadores

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